El presidente de Colombia, Gustavo Petro, pronunció uno de los discursos más contundentes de la COP30 en Belém, al denunciar que el mundo se encuentra ante un colapso climático inminente y al señalar —sin rodeos— al presidente estadounidense Donald Trump como “el enemigo de la humanidad”.
“Hoy, literalmente, Trump está contra la humanidad.
Al no venir aquí, lo demuestra”, dijo Petro frente a jefes de Estado, activistas y delegaciones internacionales que se dan cita en la ciudad amazónica para participar de la 30ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30).
Su tono no fue diplomático, fue de advertencia: “La ciencia alumbra el colapso si Estados Unidos no se mueve hacia la descarbonización de su economía”.
El fracaso del sistema climático globalPetro reconoció que, tras casi tres décadas de cumbres, las COP han sido incapaces de revertir el daño. “Estamos ante un fracaso. Las palabras tibias no se convierten sino en fetiches y fantasmas ante una realidad que tenemos que asumir tal cual”. Explicó que los intereses del petróleo, el carbón y el gas han saboteado la acción climática global.
El mandatario describió con crudeza el escenario actual: “El número 1,5 grados que no queríamos alcanzar, se alcanzó”. Ese límite —según la ciencia— marca el punto donde la crisis climática se transforma en colapso climático, es decir, el inicio de una cadena de eventos irreversibles para la vida humana y la biodiversidad.
La COP30, celebrada en el corazón de la Amazonía, se ha convertido así en una tribuna para denunciar no solo la inacción, sino la complicidad política y empresarial de los países del norte global. “Su deseo de ganancia de corto plazo, su codicia, ha ido contra la vida”, expresó Petro con visible indignación.
Trump, Europa y los fetiches del poder
Gustavo Petro extendió sus críticas al viejo continente, señalando que Europa se ha dejado arrastrar por la lógica armamentista en lugar de invertir en transición ecológica. “No es Rusia el enemigo, es la crisis climática el enemigo”, advirtió. “Son sus nietos los que están en riesgo, al igual que los nuestros en América Latina”.
El mandatario colombiano destacó que las élites globales continúan atrapadas en un relato de poder obsoleto. Denunció que mientras se invierten miles de millones en guerra, la descarbonización global sigue estancada. “Trump está 100% equivocado. No es taladrar, taladrar, taladrar. Es cambiar, transformar, salvar la vida”, insistió.
Su mensaje tuvo un trasfondo ético: la crisis climática no es una cuestión ideológica, sino una decisión civilizatoria. “No es de derecha ni de izquierda. Es el objetivo común de la humanidad”, señaló, apelando a la conciencia colectiva y romper con el cinismo político que domina las negociaciones internacionales.
América Latina: del epicentro ecológico al liderazgo global
Petro acompañó su discurso con una propuesta, que pasa porque América Latina lidere la transición hacia una economía de la vida, dejando atrás el modelo fósil.
“Cero carbón, cero petróleo, cero gas. Economía descarbonizada es igual a economía de la vida”, afirmó. Su plan propone una inversión de 500.000 millones de dólares para transformar la matriz energética continental.
En su llamado, invitó a países como China, el mundo árabe y África a sumar esfuerzos. “No necesitamos al norte para salvar la vida, necesitamos a la humanidad”. En su visión, el Sur Global no debe esperar permisos, sino construir sus propios acuerdos energéticos y tecnológicos.
Petro recordó que América Latina posee el potencial natural para ser el nuevo pulmón energético del planeta: “Está en nuestro sol, en nuestros vientos, en nuestra agua. Tenemos 1.400 gigas anuales de generación de energía limpia”. Un potencial que —dijo— supera incluso la capacidad fósil actual de Estados Unidos.
Amazonía, soberanía y justicia climática
El mandatario fue enfático en la defensa de la Amazonía como “la catedral de la biodiversidad mundial”. Propuso que los países de la región —Colombia, Brasil, Venezuela, Perú, Ecuador y Bolivia— se unan para recuperar los bordes naturales de la selva y convertir las zonas deforestadas en bosques revitalizados.
“Si salvamos la selva amazónica, estamos aportando a la vida de la humanidad entera”, subrayó. Para Petro, la defensa del territorio no es solo ambiental, es una cuestión de soberanía regional y de justicia climática frente a las potencias que históricamente explotaron los recursos del Sur.
Contra el negacionismo y las guerras del poder
Petro conectó la crisis climática con las guerras que asolan al planeta, denunció el genocidio en Gaza, las amenazas sobre Venezuela, Cuba y Colombia, y los asesinatos en el Caribe a manos de fuerzas estadounidenses. “Son ejecuciones extrajudiciales que rompen el derecho internacional humanitario”, afirmó.
Criticó además las políticas antiinmigratorias
“hechas al estilo de los nazis” en Estados Unidos y Europa, señalando que el racismo climático también mata. “Los mismos misiles que caen sobre Gaza, caen sobre pescadores del Caribe”, destacó.
En el cierre de su discurso, Petro habló desde la convicción de quien entiende la política como lucha por la vida: “No hay un progresismo fósil, porque sería un progresismo falso”. En esa frase condensó su desafío al mundo: redefinir el progresismo global como un movimiento ecológico, social y económico que enfrente la raíz del colapso.
Llamó a los líderes de América Latina, incluyendo a Lula da Silva y Gabriel Boric, a construir un gran acuerdo latinoamericano y del Caribe que interconecte redes de energía limpia desde la Patagonia hasta Alaska. “Podemos limpiar el 100% de las matrices de energía eléctrica, sin necesitar a Trump para ello”.Su discurso fue más que un reclamo, fue una hoja de ruta para un mundo que agoniza. Belém fue el escenario donde Petro dejó claro que la batalla por el clima es la batalla por la humanidad.
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