12 Nov
12Nov

El fotoperiodista palestino ha pagado un alto precio personal por seguir informando al mundo sobre los crímenes de Israel.

Azaiza asegura que lo que pasa en Gaza "nunca fue una guerra porque no estamos en igualdad de condiciones"

Día tras día, las fotografías de Motaz Azaiza mostraban al mundo los primeros cuatro meses de la masacre israelí sobre Gaza. A través de su cuenta de Instagram sus imágenes retrataban la destrucción y sus consecuencias, y los rostros que estaban detrás de las frías cifras de muertos. 

Una ventana a la que muchos en el mundo se asomaron: durante los primeros 108 días desde el inicio de los bombardeos, su cuenta pasó de 25 mil seguidores a 16,7 millones. Con tan solo 26 años se convirtió en un icono mundial del conflicto que consiguió romper el bloqueo informativo que Israel estaba practicando.

"Creo que querían controlar la narrativa, a la audiencia y lo que esta percibe", explica en una entrevista con Televisión Española, "y no esperaban que el mundo creyera tanto en los periodistas palestinos de Gaza. Antes, filmábamos, pero nadie nos escuchaba ni nos tomaban en serio. No captábamos mucha atención y solíamos esperar a que llegaran periodistas internacionales a documentar lo que ocurría. Pero logramos desbaratar su narrativa y su propaganda, descubrimos todos sus crímenes y el mundo entero empezó a observar".


Un gran precio personal

Motaz ha pasado muchos años viviendo y retratando los ataques sobre su tierra. Primero, como voluntario de la Media Luna Roja, pero pronto empezó a documentar lo que veía a diario. "En 2005, fui testigo de cómo los tanques israelíes destruían el territorio de nuestros vecinos, y luego de los bombardeos entre 2008 y 2009, cuando regresaba de la escuela. También hubo ataques entre 2014 y 2019, y entre 2020 y 2021, otra en 2022…", recuerda.

Pero si algo tiene claro, insiste, es que esto nunca fue una guerra. "Nunca lo ha sido porque no estamos en igualdad de condiciones con la ocupación israelí. No tenemos poder para enfrentarnos a ellos, cualquier política que se haga internamente no se puede comparar con el poder de Israel".

Como todos los periodistas de Gaza que han alcanzado la notoriedad durante el conflicto, Motaz ha pagado un enorme precio personal. Israel le ha acusado de connivencia con Hamás y ha perdido a amigos y compañeros en sus ataques. Pero hubo un día, recuerda, especialmente difícil.
"El 11 de octubre de 2023 recibí la noticia de un bombardeo en la casa de unos amigos. 

Fui para allá e intenté sacarlos con sus familiares y demás personas" recuerda. "Menos de siete horas después, la casa de mi tía fue atacada por otro bombardeo aéreo. Dieciséis personas de mi familia murieron en ese ataque. Fue... muy poco tiempo para recibir dos noticias tan horribles. Fue un dolor inmenso, algo que casi me impide seguir adelante".

Exilio y reconocimiento

Cuatro meses después del inicio de los bombardeos, Motaz pudo salir de la Franja y desde el exterior se ha convertido en un referente de la causa por su pueblo. La revista GQ Middle East le convirtió en la persona del año en 2024. Ese mismo año fue nominado para el Premio Nobel de la Paz y Reporteros Sin Fronteras España le ha concedido el premio internacional 2025 junto a la periodista palestina Ola Al Zanoun.
Pero, salir de Gaza, se lamenta, genera unos sentimientos difíciles de gestionar. "Cualquier gazatí que abandonara Gaza durante este genocidio no se sentirá bien estando fuera… Aunque tenga una vida mejor, tenga comida, agua y seguridad, se sentirá perdido", insiste. 

"Aunque hagamos todo lo posible, incluso más que nadie, por ayudar desde fuera… Hagas lo que hagas, sientes que no es suficiente".
Y uno de los primeros sentimientos, confiesa, es querer volver. "Mi madre me lo impidió. Y mucha gente me dice: 'No vayas, quieres ir porque te sientes culpable, así que no, no es la decisión correcta'. Ahora mi cabeza me dice que mi vida es más valiosa que mi muerte, y que se puede cambiar las cosas si se está vivo, pero si no... no cambiarás nada".

El plan de Trump

Ahora, el plan de Donald Trump parece haber puesto una pausa al desastre. O quizá solo sea un espejismo, porque Israel ha seguido bombardeando, aunque no con la misma frecuencia e intensidad.
Motaz, como tantos otros gazatíes, se debate entre la esperanza y la desconfianza. 

"Lo único que le importa a la gente de Gaza es que se detenga la guerra, se abran las fronteras y se permita la entrada de alimentos, que la gente pueda viajar para recibir tratamiento, y la reconstrucción de Gaza", explica. "Pero al mismo tiempo, no tenemos plena confianza, porque la misma persona que propone un plan bestial es la que está financiando a Israel para que nos mate".

Ahora, allá donde va, su tierra le acompaña. "He sido parte de la vida en Gaza durante los últimos 25 años" y, por eso, uno de sus mayores sueños es volver algún día. "Pero será a una nueva Gaza", dice, porque la Gaza en la que nació y creció ya ha dejado de existir.


TVE

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.