27 Aug
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Solo un gobierno que desprecia la lucha histórica del pueblo argentino y a los muertos por la Patria en la guerra de 1982, permite el ingreso de fuerzas militares del principal socio de quien usurpa Malvinas.

Como lo habíamos adelantado en el mes de marzo, a pocos kilómetros de la ciudad de Ushuaia, militares argentinos y Marines de los Estados Unidos realizaron un ejercicio conjunto

Este hecho, a simple vista una simple actividad de entrenamiento, esconde una decisión política que no puede ser ignorada. 

El gobierno de Javier Milei ha abierto la puerta a la presencia militar del principal aliado de Gran Bretaña, poniendo en juego la soberanía de una de las zonas más sensibles de nuestra Nación.La razón por la que esto es tan grave está en la historia

Mucho antes del conflicto de 1982, la intervención de Estados Unidos en la región ya había impactado directamente la soberanía argentina. 

En 1831, una corbeta de la Marina estadounidense, la USS Lexington, atacó y cañoneó Puerto Soledad en las Islas Malvinas. Este acto de agresión, que destruyó la población argentina del lugar y arrestó a sus autoridades, debilitó la presencia de nuestro país en el archipiélago. Apenas dos años después, en 1833, este ataque facilitó la posterior usurpación de las Islas por parte del Reino Unido. 

Es decir, que mucho antes de la guerra de 1982, Estados Unidos ya había actuado contra la soberanía argentina en Malvinas.A esta historia se le suma que los Estados Unidos y Gran Bretaña son socios militares, políticos y económicos inseparables. Pertenecen a la OTAN, el pacto militar más poderoso del mundo. Esta alianza no es un detalle menor para los argentinos. Durante la Guerra de Malvinas en 1982, el gobierno de Ronald Reagan, a pesar de su supuesta neutralidad, proveyó a Gran Bretaña de información satelital crucial, apoyo, armamentístico, logístico y tecnológico decisivo para el resultado del conflicto.

Permitir que las fuerzas militares de ese mismo país, que ayudó a nuestro invasor en el pasado, pisen hoy suelo fueguino es más que un grave error. No se puede hablar de cooperación sin considerar que el socio de ese entrenamiento militar sigue siendo el principal apoyo estratégico del país que nos quitó las Malvinas

Esta decisión equivale a una rendición silenciosa, un gesto de sumisión que debilita nuestra causa histórica.El gobierno ha defendido estos ejercicios diciendo que sirven para mejorar la capacidad de nuestras fuerzas. Pero esta justificación es solo una excusa que esconde un problema mucho más profundo. La realidad es que se está permitiendo que un actor extranjero, con un historial de apoyo a nuestros colonizadores, entre en un espacio que debería ser exclusivo de nuestras fuerzas de defensa.

Este suceso es la prueba de una nueva política exterior. El gobierno de Milei ha optado por subordinar los intereses nacionales a una alianza incondicional con Washington.

 Esto no solo afecta nuestra capacidad de ser una nación autónoma, sino que también es una falta de respeto a quienes lucharon por nuestra soberanía.La historia argentina está llena de luchas por la independencia y la defensa del territorio. 

Entregarse a una cooperación tan estrecha con un país que respalda a nuestros colonizadores históricos va en contra de la esencia misma de nuestra identidad.

Fuentes:

Agenda Malvinas

Crítica Sur


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