09 Jul
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En un tranquilo vecindario del noreste de Teherán, aún persiste en el aire la estela del acto terrorista perpetrado por Israel el 13 de junio de 2025. Las heridas siguen abiertas.

Por: Humaira Ahad

Ese día, en una descarada muestra de agresión, aviones de combate del régimen bombardearon un complejo residencial, matando a decenas de civiles. Entre los mártires se encontraban dos de las mentes jóvenes más brillantes de Irán.

El Dr. Majid Tajenjari, experto de renombre mundial en inteligencia artificial, y el Dr. Mohmmad Reza Zakarian, prometedor pionero en la misma disciplina, fueron los blancos principales del ataque, que también se cobró la vida de mujeres y niños que permanecieron bajo los escombros durante días.

Ambos representaban a una nueva generación de científicos iraníes comprometidos con el progreso de su país a través del conocimiento y la innovación. Pese a las atractivas oportunidades en el extranjero, eligieron permanecer en Irán y poner su talento al servicio de la nación. Murieron en sus propios hogares, junto a sus familias.

Una vida con propósito

Un día después del bombardeo que redujo a escombros uno de los lados del edificio, el padre de Zakarian buscaba entre los restos alguna señal de sus nietas. Fateme, quien solía aferrarse a su abuelo, tenía cinco años; Zahra, apenas siete meses.

“¿Tan vil eres que mi hijo fue una espina en tu ojo? Qué vergüenza. ¿Qué querías de su esposa e hijas? ¿Qué culpa tenían sus vecinos?”, atónito y desolado, murmuraba entre las ruinas. Mohammad Reza Zakarian, nacido en una familia profundamente arraigada en valores de integridad y patriotismo, mostró desde joven una inteligencia excepcional. 

Se destacó tanto en lo académico como en su integridad moral. Se graduó con honores en la Universidad Tecnológica de Isfahán y obtuvo su maestría en la Universidad Malek Ashtar, dos instituciones reconocidas por formar élites científicas.

Su padre relató que, pese a recibir ofertas de becas y empleo en el extranjero, su hijo decidió conscientemente quedarse en Irán y contribuir al desarrollo nacional.“Los mártires de la élite científica, como mi hijo, cumplieron con su deber: permanecer en Irán para promover su progreso y dedicarse al trabajo científico”, expresó.

Su martirio no fue —según su padre— un accidente de guerra, sino una ejecución selectiva, deliberada y brutal.“Es un honor haber criado y entregado a la nación y al nizām (Sistema de la República Islámica) a un hijo cuyo conocimiento científico contribuyó significativamente al desarrollo del país”.

“Este régimen no tuvo piedad, ni siquiera con los niños: también martirizó a mis nietas Fateme y Zahra. Un régimen responsable de tales atrocidades está cavando su propia tumba.

”El funeral se celebró en Amirkola (Babol), en la provincia de Mazandaran, donde una multitud se congregó, no solo en señal de duelo, sino como testimonio de una pérdida colectiva.Muchos de los presentes jamás conocieron a Zakarian, pero lo consideraban símbolo de la resistencia de un pueblo que se niega a entregar su intelecto, dignidad y futuro. 

El impulsor del renacimiento en inteligencia artificial

El Dr. Majid Tajenjari, de 35 años, era originario de la aldea de Tajen Jar, también en Mazandaran. 

Polímata y visionario tecnológico, su vocación combinaba invención y educación.

Como presidente de la Comisión de Inteligencia Artificial en la Cámara Juvenil de Comercio de Irán, se encontraba en la vanguardia de la revolución tecnológica del país.Su trayectoria académica fue notable: tras una tesis de maestría sobre reconocimiento de huellas dactilares mediante redes neuronales, desarrolló una tesis doctoral sobre un robot humanoide bilingüe —capaz de comunicarse en persa e inglés— que integraba ingeniería de software con sensibilidad cultural.Recibió medallas de oro en las competiciones mundiales de invención en 2012 y 2015, registró una patente internacional en Rusia (2009) y fue premiado en Suiza, Croacia, Alemania, Serbia y Moscú.

Pero más allá de los galardones, lo que definía a Tajenjari era su compromiso con la educación.“Su visión era clara”, explicó el Dr. Mohamad Hadi Zahedi, director general del Centro de Estadísticas y Tecnologías de la Información del Ministerio de Ciencia.

“Creía que el progreso comienza a los siete años. Por eso cofundó un centro educativo pionero para formar a niños y adolescentes en inteligencia artificial y programación en Python”.En pocos años, ese centro despertó una ola de creatividad entre la juventud iraní.“No creía en la ciencia encerrada en torres de marfil”, añadió Zahedi. 

“Para él, la investigación solo tenía sentido si resolvía problemas reales”. Tajenjari trasladó su trabajo a aplicaciones concretas: sistemas de reconocimiento facial, escáneres de contenedores de carga, análisis de calidad del acero, todos ellos en proceso de implementación industrial.

“El mártir aplicó su conocimiento de forma tangible. Una de sus prioridades era que la formación no se quedara en lo teórico, sino que produjera soluciones prácticas para los desafíos de la sociedad”.

El martirio como catalizador del compromiso nacional

Lo que unía a ambos científicos no era solo su excelencia, sino su papel dentro de un proyecto nacional de soberanía tecnológica. Desde hace años, la estrategia del régimen sionista ha consistido en obstaculizar el progreso científico y defensivo de los países independientes.

En Irán, esto se traduce en ataques a la infraestructura del conocimiento autónomo. Los asesinatos selectivos de científicos iraníes forman parte de una estrategia encubierta que incluye sabotajes, ciberataques y bombardeos.

Zakarian y Tajenjari encarnaban la imagen de un Irán tecnológicamente avanzado y soberano, forjado desde dentro.

Para sus familias, la pérdida es profunda, pero también lo es la convicción de que su legado no se detendrá.

“Piensan que matando a nuestros científicos detendrán nuestro avance”, dijo el padre de Zakarian. “Pero otros se levantarán. Este camino no termina aquí”.Sus palabras reflejan un sentir extendido en la sociedad iraní, donde actos de terrorismo como este generan una renovada determinación.

 En círculos intelectuales y en familias que han pagado el precio de la resistencia, crece el compromiso de transmitir y ampliar el conocimiento para fortalecer la soberanía científica.

Mientras tanto, en Babol, Fateme y la pequeña Zahra fueron sepultadas junto a sus padres, víctimas inocentes de un ataque brutal contra civiles.

Esta agresión, parte de una estrategia destinada a obstaculizar el avance científico y tecnológico de la República Islámica, ha expuesto una vez más la bancarrota moral del régimen israelí al atacar deliberadamente a académicos, ciudadanos y niños.Irán ha dejado claro que su trayectoria científica no será frenada por asesinatos cobardes. Al contrario: el sacrificio de estos mártires solo ha intensificado el compromiso nacional de avanzar.


Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.

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