Tras el preocupante número de civiles asesinados por las Fuerzas de Apoyo Rápido durante los últimos días en Sudán (alrededor de 2.000 personas), cabe resaltar el rol clave que tiene Emiratos Árabes Unidos en este conflicto.
Un par de meses atrás habíamos entrevistado al historiador especializado en africanismo, Omer Freixa, para que nos detalle acerca de la crisis humanitaria que está padeciendo el pueblo sudanés: ‘’en toda conflictividad africana incide la historia previa que reside en la injusticia de lo que fuera el reparto africano y el despegue del colonialismo a partir de la pérdida de la soberanía local. Por ejemplo, el desgajamiento de Sudán del Sur (2011) es un lastre que se retrotrae a las fronteras heredadas por Sudán al momento de su independencia (1956), siempre tratándose de fronteras incómodas y divisiones arbitrarias que han separado más de lo que unen, casi continuamente incentivadas por el colonizador’’, había explicado . A esto se le suma el componente de supremacismo étnico y racial ejercido desde el norte hacia el sur del país - el cual había conducido al genocidio de Darfur a comienzos de este siglo - y el evidente interés hacia el comercio del oro por parte del general que dirige a las Fuerzas de Apoyo Rápido, Mohammed Hamdan Dagalo, alias ‘’Hemedti’’.
Ahora, tras la captura de Al-Fasher, último bastión del Ejército sudanés en la región que era objeto de asedios y ataques diarios desde mayo de 2024, las Fuerzas de Apoyo Rápido - quienes desafían al ejército sudanés bajo el mando del general Dagalo - lograron el control de la totalidad de Darfur, una vasta zona que representa un tercio del territorio sudanés . (2)
Citando al artículo de F. Bonfanti y H. Patronelli (3) (2023), dicho territorio es ‘’uno de esos ejemplos de países ricos en recursos naturales, pero que al tener un sistema de gobernanza débil terminan convirtiéndose en escenarios de conflictos entre potencias (...). En algunos casos, los recursos extractivos como el oro y la goma arábiga contribuyen directamente a las operaciones de financiación de los diferentes grupos armados. Este conflicto es preocupante, ya que constituye una crisis política con graves consecuencias para otras tensiones de larga data centradas en el acceso a los recursos naturales y su control, tales como la tierra, el agua y los sitios de extracción de recursos.

Tanto Omer Freixa como Bonfanti y Patronelli coinciden en el protagonismo que tienen los Emiratos Árabes Unidos en esta disputa por recursos y territorio. El historiador Omer había calificado de problemático al apoyo de los EAU a las FAR (Fuerzas de Apoyo Rápido), lo cual generó el quiebre diplomático de este país del Golfo Pérsico con la administración sudanesa, a la que acusa de ser cómplice en el genocidio.
Por su parte, Bonfanti y Patronelli sostienen que entre el 50% y el 80% del oro de Sudán sale del país ilegalmente y de contrabando, actividad que se realiza fundamentalmente con Emiratos Árabes Unidos. Este último país es un aliado militar y económico del general Dagalo (líder de las FAR), sobre todo porque éste dispone del control de los recursos de oro de la zona de Jebel Amer, además de manejar gran parte de la industria de oro sudanesa a través de una compañía y de sus vínculos financieros con empresas y bancos en Abu Dabi[1] (capital de EAU).
EAU no sólo es cómplice y perpetrador del genocidio sudanés, sino que también ha obstaculizado el reconocimiento diplomático de Palestina ante el mundo y su acceso a la ayuda humanitaria (enviada a través de Tel Aviv, capital ‘’israelí’’), una clara demostración de su alineamiento con EE. UU. y los intereses del anglo-sionismo[1].
Cabe señalar que además de Emiratos Árabes Unidos la geopolítica de la zona implica múltiples intereses internacionales, que van desde las ambiciones de Estados Unidos para contrarrestar la influencia de China, hasta los intereses de Rusia para ampliar su área de influencia. Una pugna a la que se le suman las pretensiones como las de Arabia Saudita, Qatar, Turquía, Egipto, entre otros, para continuar teniendo bajo control la región del Cuerno de África[1].
Aunque 2,6 millones han regresado a sus hogares en Jartum y otras áreas debido a la menor intensidad de combates, sus viviendas se encuentran destruidas sumada a las infraestructuras de salud y educación, lo cual ha provocado brotes de cólera, dengue y malaria, destacando la necesidad de invertir en agua potable y servicios básicos.
La ONU califica esto como una de las peores crisis humanitarias del mundo, con 30 millones de personas requiriendo asistencia. Mientras tanto, el Plan de Respuesta Humanitaria 2025 por 4.200 millones de dólares solo cubre el 25% de los fondos necesarios[1].
Por Pilar Cortés para Data Urgente
[1]https://www.dataurgente.com/noticias/guerra-en-sud%C3%81n-la-continuidad-del-genocidio-de-darfur
[1] https://www.telesurtv.net/
[1] https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.19487/pr.19487.pdf
[1] https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.19487/pr.19487.pdf
[1] https://huelladelsur.ar/
[1] https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.19487/pr.19487.pdf
[1] https://www.telesurtv.net/