Hace unos días el presidente de EE. UU. Donald Trump declaró su inasistencia representativa a la 20º Cumbre del G20 que se realizará en Sudáfrica los días 22 y 23 del mes corriente. ¿Cuáles son los motivos?
Bajo acusaciones de un supuesto ‘’genocidio silencioso’’ hacia los afrikaners - sudafricanos blancos que descienden principalmente de colonos holandeses, pero también de franceses y alemanes que llegaron al país en el siglo XVII - Trump anunció el viernes en Truth Social que ningún funcionario del gobierno estadounidense asistirá a la Cumbre del 22 y 23 de noviembre en Johannesburgo, Sudáfrica, “mientras continúen estos abusos contra los derechos humanos.’’ Más precisamente, señaló que aparentemente los afrikaners “están siendo asesinados y masacrados, y sus tierras y granjas están siendo confiscadas ilegalmente”.

Pero el gobierno sudafricano rechazó estas declaraciones debido a que “no estaban fundamentadas por hechos” y sostuvo que las críticas de Trump a Sudáfrica durante meses son el resultado de la desinformación. No es la primera vez que el mandatario del norte realiza acusaciones sin evidencia: hace alrededor de una semana amenazó a Nigeria (el país más poblado de África) con una intervención militar por supuestos ataques hacia cristianos por parte de musulmanes, nuevamente sin poder demostrarlo. Con respecto a la ‘’confiscación ilegal de tierras’’, cabe aclarar que se está refiriendo a la Ley de Expropiación nº 13 de 2024, la cual consiste en permitir que el gobierno sudafricano adquiera la propiedad privada para un fin público, donde los propietarios recibirán una compensación justa y equitativa por las tierras expropiadas, en lugar de recibir el valor de mercado.

Esta nueva ley también permite la expropiación de tierras sin compensación en casos excepcionales, como por ejemplo para garantizar el acceso equitativo a los recursos naturales de Sudáfrica, incluidos la tierra y el agua. En tal caso, la ausencia de indemnización se aplicará si el terreno está en desuso y se conserva únicamente para obtener beneficios futuros, si pertenece al gobierno pero no se está utilizando para sus funciones principales y se obtuvo sin costo monetario, y si el propietario ha abandonado el terreno y no lo gestiona aunque podría hacerlo. No se trata de confiscación, sino de una restitución y reparación histórica en donde se busca devolver las tierras de las que la población negra fue expulsada por la fuerza a través de la Ley de Tierras Nativas de 1913, la cual restringía la propiedad de la tierra según la raza, permitiendo a las personas negras poseer o arrendar tierras únicamente dentro de áreas designadas conocidas como reservas nativas.
Esta Ley de 1913 está estrechamente vinculada con lo que en 1948 se conocerá como apartheid (palabra afrikaner que significa ‘’separación’’: sistema de explotación y opresión racial institucionalizado por el cuál los blancos, que constituían menos de la quinta parte de la población, controlaban la política y la economía del país, limitando rigurosamente los derechos políticos y socioeconómicos de los africanos)[1]. Por lo tanto, no puede tratarse de una confiscación ilegal[2].
Además de su negativa a asistir bajo ningún tipo de representación a la 20º Cumbre, Trump calificó como «una auténtica vergüenza» la designación de dicho país como sede para el evento, alegando que Sudáfrica incluso ya no debería pertenecer al G20[3].

Los ataques discursivos hacia Sudáfrica podrían deberse a un choque de intereses económicos y políticos en donde por un lado nos encontramos con un imperio que busca sostener su injerencia en el Sur Global -injerencia que se puede verse amenazada por el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) y por los BRICS -, y por el otro nos encontramos con un territorio que sobrevivió al apartheid y que bajo el liderazgo de Cyril Ramaphosa (presidente sudafricano) continúa marcando su propia agenda de soberanía, emancipación y autodeterminación, siguiendo con el legado de mártires africanos como Patrice Lumumba, Thomas Sankara, Nelson Mandela, entre muchos otros.
Esto último puede verse reflejado en el boletín oficial de la nación sudafricana, en donde Cyril Ramaphosa pidió a los líderes mundiales que actúen ya para abordar la creciente desigualdad, advirtiendo que supone una amenaza para la estabilidad mundial, la prosperidad y la democracia:
“Cuando Sudáfrica asumió la Presidencia del G20 hace casi un año, identificamos la igualdad como uno de los pilares de nuestro mandato, junto con la solidaridad y la sostenibilidad. Decidimos centrarnos en la igualdad porque es esencial para un mundo más estable, próspero y sostenible”[4], declaró.
También afirmó que la desigualdad global de la riqueza sigue siendo “abrumadora”, señalando que el 10% más rico del mundo concentra más de la mitad de los ingresos globales totales y un abrumador 74% de la riqueza mundial: “el costo humano de estas desigualdades es grave: una de cada cuatro personas en el mundo sufre inseguridad alimentaria moderada o grave’’. Junto a esto, Ramaphosa mencionó la problemática del endeudamiento de los países emergentes, y remarcó que ‘’los intereses de los pagos de la deuda soberana, particularmente en África, están frenando el gasto público y el crecimiento económico. Están ampliando la brecha entre países y dentro de ellos.’
’ No es de sorprender entonces que la posición política y económica del gobierno sudafricano represente una amenaza a los intereses de Trump, puesto que si, por ejemplo, nos enfocamos sólo en la última declaración, podemos establecer un vínculo entre la deuda con el Fondo Monetario Internacional y con el Banco Mundial como forma de dominio económico hacia los países del Sur Global, y el protagonismo que EE. UU. tiene en ambos organismos: tanto el FMI como el Banco Mundial son de origen estadounidense, y de hecho ambas sedes se encuentran en Washington DC.[5]
Según el boletín semanal, Sudáfrica ya ha implementado varias medidas alineadas con las propuestas del informe mencionado, incluyendo impuestos progresivos, un salario mínimo nacional, atención médica subsidiada, alimentos básicos con tasa cero y un sólido sistema de protección social. Mientras tanto, a la ausencia de EE. UU. se le suma Argentina - bajo el gobierno de Javier Milei - debido a su alineamiento directo con Trump y a su estrecho vínculo con el ente sionista ‘’Israel’’, ya que Sudáfrica en reiteradas ocasiones ha condenado el genocidio palestino y los crímenes de guerra que Benjamín Netanyahu está cometiendo.
DATA URGENTE
[1] https://www.iri.edu.ar/publicaciones_iri/IRI%20COMPLETO%20-%20Publicaciones-V05/Publicaciones/cd%20V%20congreso/ponencias/0%20Argemi_Faiella_Luchetti_El%20Apartheid%20sudafricano.pdf
[3]https://pilarpolitico.com.ar/https://www.telesurtv.net/[4] https://www.sanews.gov.za/[5]https://datosmacro.expansion.com/