Chile va a elegir al sucesor del presidente Gabriel Boric en el marco de una peculiaridad que vuelven impredecibles los resultados finales. Por primera vez, tanto hoy como en la segunda vuelta electoral del 14 de diciembre, el voto es obligatorio, algo que ciertamente modificará el comportamiento tradicional de la ciudadanía ante las urnas. La expectativa apunta a una mayor participación de los chilenos y chilenas en esta importante decisión política, pero justamente por eso mismo, será difícil para los analistas y consultoras predecir cómo actuará en el balotaje un electorado que ahora se enfrenta a nuevas reglas.
¿Cuántos apáticos, despolitizados e indiferentes decidirán esta vez ir a votar? Tradicionalmente menos de la mitad de los chilenos participaba en los comicios presidenciales. En el año 2021, tal vez motivados por el estallido social de octubre de 2019 (cuyo símbolo principal fue la Plaza de la Dignidad) y por las promesas de Boric, convertido en el principal referente de aquellas manifestaciones, la asistencia aumentó al 55%, ¿Qué sucederá esta vez?
Según todo indica, el resultado de esta primera vuelta será dicotómico. De los ocho aspirantes a ocupar a partir del 11 de marzo de 2026 el Palacio de la Moneda, ninguno alcanzará la mayoría de 50% más un voto necesario para ganar, por lo tanto, habrá balotaje. ¿Por qué dicotómico? Porque los dos que sean elegidos tendrán ideologías diametralmente opuestas.
La comunista Jeannette Jara es la única que, por el momento, competirá seguro en la segunda vuelta ya que los estudios realizados por las encuestadoras más serias le asignan un promedio de 32% de preferencia electoral. Ella fue Ministra de Trabajo y Previsión Social del actual gobierno y se postula por la coalición oficialista de centro izquierda Unión por Chile (integrada por socialista, comunista, demócrata-cristianos, ecologistas y humanistas, entre otros).

El candidato que disputará con ella el próximo 14 de diciembre será quien salga hoy en segundo lugar. Se sabe que será una mujer o un hombre de derecha ya que los postulantes con posibilidades son tres: pelean cabeza a cabeza el ultraderechista José Antonio Kast (Partido Republicano) quien por ahora tiene un promedio de 18% de preferencia electoral; la derechista Evelyn Mathei con la coalición UDI-Chile Vamos y el extremista de ultraderecha Johannes Kaiser (Partido Nacional Libertario), ambos con un promedio de 14% de aceptación.
El economista chileno y académico de Ciencias Sociales de la UBA, José Salvador Cárcamo cree que Jara puede dar una sorpresa. “Tiene la habilidad suficiente para ganar en primera vuelta, y después ir por más. Como ministra ha demostrado tener un gran talento negociador”. En el caso de Mathei, continúa el analista, ella podría traccionar el “voto útil”, o sea, el de aquellos que ven en la derecha moderada posibilidades de gobernabilidad. Sobre Kast y Kaiser recuerda sus vínculos con Argentina a través de la Fundación Faro que dirige Agustín Laje, vinculado a Javier Milei.
El viejo truco de la inseguridadEn toda la campaña electoral, ha llamado la atención la agresividad de las propuestas de los tres candidatos de derecha: Matthei, Kast y Kaiser. Según el Indice de Paz Global (Global Peace Index 2025), institución que clasifica a los países del mundo según su nivel de seguridad y paz, el Chile de Gabriel Boric ha mejorado su seguridad en relación a los años anteriores y es calificado como “el país más pacífico de la región, superando a Uruguay”.
Sin embargo, los tres candidatos de derecha centraron sus programas en política de “ley y orden” bastante violentas. La más moderada (y contradictoria) es la de Mathei quien, para diferenciarse de las posiciones más radicales de Kast y Kaiser, propuso durante el último debate televisivo medidas de seguridad “sin abusos” pero terminó prometiendo para “los delincuentes cárcel o cementerio”, una versión chilena del “cárcel o bala” del argentino José Luis Espert. Evelyn es hija del general Fernando Mathei (fallecido), militar activo durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Por su parte Kast, hijo de un hombre que integró las Juventudes Hitlerianas en la Alemania nazi y fue colaborador en la dictadura de Pinochet, no se avergüenza de ser la réplica desmejorada del norteamericano Donald Trump y propone levantar un muro en la frontera con Bolivia además de perseguir a los inmigrantes e indocumentados. “A ellos no se les dará ni trabajo, ni vivienda”, prometió.
Tanto en su anterior postulación a la presidencia (2021) como en la actualidad, Kast reivindica la dictadura de Pinochet y no considera crímenes las violaciones a los derechos humanos. En esta nueva etapa, ha sumado además al modelo “Bukele” (actual presidente de El Salvador) proponiendo cárcel de máxima seguridad para quienes estén vinculados al narcotráfico.
El candidato más radical, Kaiser, propone directamente la pena de muerte para determinados delitos e indultar a los genocidas pinochetistas. “No compro ese tema de las organizaciones de derechos humanos que siempre están protegiendo a narcos, terroristas y delincuentes. Prefiero proteger los derechos humanos de la gente honesta”, aseguró el candidato más próximo al ideario del argentino Javier Milei. Kaiser aseguró además que está en sus planes involucrar a las Fuerzas Armadas en la seguridad interna en aquellas zonas de Chile donde la policía no pueda llegar.
Sin desconocer el tema de la seguridad, Jara presentó un programa más amplio enfocado, sobre todo, en 1) un crecimiento económico que alcance a todos, 2) un Estado firme y fuerte que cuide a su gente, 3) un sistema de salud que llegue a tiempo, 4) un consumo con precios razonables, 5) una economía donde la casa propia sea posible y 6) un hábitat donde los barrios sean espacios para vivir tranquilos. Durante sus discursos ha insistido también en el diálogo amplio y en la necesidad de construir cohesión social en el país.
En la actualidad, la variable que se presenta como más compleja para Jara es la de remontar el desencanto que deja el gobierno de Boric en la ciudadanía. “El fracaso en conseguir una nueva Constitución que reemplazara la de Pinochet es uno de los lastres para el oficialismo y, por el contrario, una fortaleza para la derecha”, evaluó Cárcamo. “Las banderas de la dignidad, del fin de los abusos y de la nueva constitución que nacieron con las manifestaciones del 2019 y que llevaron a Boric a la presidencia aún esperan ser tenidas en cuenta. Hoy todavía hay manifestantes detenidos y carabineros -responsables del daño ocular a más de 450 jóvenes y asesinato de más de 30 personas- impunes. Esto es una deuda del gobierno de Boric y tiene un efecto de frustración en la población por ausencia de justicia".
EL DESTAPE