En un nuevo capítulo del sostenido despliegue militar británico en el Atlántico Sur, el Reino Unido concretó recientemente el recambio de sus tropas permanentes en las Islas Malvinas. Tal como lo informó las Fuerzas Británicas en las Islas del Atlántico Sur (BFSAI), el Sección 2 del Regimiento Real de Fusileros Gurkhas (2RGR) fue relevado por la Compañía A del Tercer Batallón del Regimiento de Paracaidistas (3 PARA), asumiendo la función de unidad de infantería de relevo en el Complejo Monte Agradable (Mount Pleasant).
Este tipo de reemplazos forma parte del esquema de rotación regular que las fuerzas británicas mantienen en las islas desde el final de la guerra de 1982. No obstante, el ingreso del 3 PARA —una unidad con alto grado de entrenamiento, capacidad aerotransportada y funciones en el marco de las fuerzas especiales— subraya el carácter estratégico que Londres continúa otorgándole al archipiélago en el marco de su ocupación ilegal.
El Regimiento de Paracaidistas constituye el cuerpo de infantería aerotransportada del Ejército Británico. Mientras que su Primer Batallón forma parte del Grupo de Apoyo a las Fuerzas Especiales (SFSG), bajo mando del Director de Fuerzas Especiales, los otros batallones —incluido el 3º— integran la 16ª Brigada de Asalto Aéreo, principal componente de respuesta rápida del Reino Unido.
El comandante de la nueva unidad desplegada expresó: “La Compañía A del 3 PARA espera con muchas ganas su estadía en las Islas Malvinas y continuar el trabajo de las compañías anteriores. Será particularmente significativo estar presentes durante las conmemoraciones, y poder recordar las acciones de nuestros predecesores junto a veteranos del Reino Unido y miembros de la comunidad local”.
Más allá del recambio operativo, la llegada de una unidad como el Regimiento de Paracaidistas se enmarca en una política de reafirmación militar británica en la región. En los últimos años, Londres ha invertido en modernización de infraestructura, realización de ejercicios conjuntos e iniciativas diplomáticas orientadas a consolidar su posición en el Atlántico Sur, en un contexto donde la Argentina mantiene su reclamo histórico por la soberanía de las islas.
Esta rotación debe leerse como parte de una política sostenida de consolidación militar por parte de Londres en las Islas Malvinas. En los últimos años, el Reino Unido ha invertido en la renovación del puerto, ha modernizado la pista de aterrizaje de la base militar y ha desplegado nuevos sistemas de vigilancia y defensa aérea. Además, ha intensificado ejercicios militares conjuntos en la zona, algunos de ellos con participación de actores extrarregionales.
Estas acciones no solo refuerzan la ocupación británica desde el plano militar, sino que además desafían los llamados de la comunidad internacional a reanudar negociaciones por la soberanía. En lugar de favorecer el diálogo con Argentina, el Reino Unido continúa profundizando un esquema de control territorial basado en la lógica de la disuasión armada y el status quo unilateral.
Desde la mirada argentina, este despliegue se enmarca en una política colonial inaceptable, que va a contramano de las resoluciones de Naciones Unidas que instan a las partes a encontrar una solución pacífica y negociada al conflicto de soberanía.
Sin embargo, a diferencia de gestiones anteriores que mantenían activo el reclamo diplomático por la soberanía, el gobierno argentino encabezado por Javier Milei ha optado por omitir el tema de Malvinas de su agenda pública y de política exterior. Incluso, en el marco del último 2 de abril —Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas—, el presidente propuso reconocer el derecho a la autodeterminación de los habitantes británicos del archipiélago, conocidos como kelpers, en una declaración sin precedentes que fue leída por amplios sectores como una validación del statu quo colonial británico.
La presencia reforzada del Reino Unido en las Islas Malvinas responde también a su estrategia de proyección internacional pos-Brexit. Bajo el marco de su doctrina “Global Britain”, Londres ha intensificado su presencia en territorios de ultramar con el objetivo de sostener influencia fuera de Europa y garantizar acceso a recursos estratégicos en zonas claves. Las Malvinas, junto con su entorno marítimo, el acceso a la Antártida y los recursos hidrocarburíferos y pesqueros, se convierten así en una plataforma geopolítica vital para los intereses británicos.
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