El avance militar de Estados Unidos en la región, la piratería abierta contra Venezuela y el riesgo geopolítico en Malvinas configuran un escenario de máxima tensión para América Latina. Tierra del Fuego emerge como pieza estratégica mientras Washington reactiva la Doctrina Monroe y habilita prácticas de saqueo extraterritorial.
Desde una nave militar y dos helicópteros, más de 30 marines, miembros de la Guardia Costera y fuerzas especiales estadounidenses invadieron un buque cisterna venezolano cargado con más un millón de barriles de petróleo. Lo piratearon en el Mar Caribe y se lo llevaron a un puerto de Estados Unidos.
En el sur del continente, en Argentina, crece el riesgo de una ocupación colonial definitiva. “Si el Reino Unido e Israel, a través del proyecto Sea Lion, logran extraer hidrocarburos exitosamente, la ‘colonia’ Malvinas dejará de ser deficitaria para volverse económicamente autosustentable y altamente rentable. Nuestras posibilidades de reabrir negociaciones se alejarían enormemente”, alerta Andrés Dachary, secretario de Malvinas, Antártida, Islas del Atlántico Sur y Asuntos Internacionales del gobierno de Tierra del Fuego.
Es cada vez más claro que el gobierno de Donald Trump ha decidido poner fin a la vieja táctica del “soft power” e implementar la coerción, el castigo y toda violencia necesaria para conseguir sus objetivos. EEUU ya no se preocupa por guardar las apariencias de legalidad, exhibe sin pudor sus tácticas extorsivas y obliga a redefinir el concepto de soberanía.
Para doblegar al presidente venezolano Nicolás Maduro, Washington ha asesinado a personas que navegaban por el Mar Caribe porque supuestamente transportaban droga; ha cerrado –sin tener la autoridad para hacerlo– el espacio aéreo venezolano; ha decretado la “venta forzosa” de Citgo, una importante refinería y comercializadora venezolana que Caracas tiene en territorio estadounidense, entre otros atropellos.
Ahora ha asaltado un buque petrolero para quedarse con su mercancía. Para gran parte de la poderosa prensa occidental esto no se llama “robo” sino “incautación”, término que eligió Trump para normalizar un acto de piratería 2.0, al anunciar, en su estilo hiperbólico: “Hemos incautado el petrolero más grande que se haya confiscado jamás”.
¿Llevaba droga? ¿Eran narcotraficantes? No. Cuando algunos periodistas preguntaron por las razones, Trump ni siquiera se molestó en inventar un “relato”. “Fue incautado por una buena razón”, dijo sin dar más detalles y, adelantándose a la próxima pregunta, agregó: “Supongo que nos quedaremos con el petróleo”.
La fiscal general norteamericana, Pamela Bondi, dio posteriormente una explicación errática (casi infantil): “Se trata de petróleo sancionado”. O sea, la excusa ideal para todos aquellos que eligen hacerse los distraídos y no ver dos peligros inminentes:
1) que Washington ha decidido cargarse los principios universales de la democracia y el derecho internacional y por lo tanto esta escalada no tiene nada que ver ni con el narcotráfico ni con defender supuestos riesgos antidemocráticos en Venezuela y 2) que la ola de violencia desatada no es sólo contra el país bolivariano sino contra toda la región, con el objetivo explícito de explotarnos como colonias.
Esta semana lo advirtió el ex canciller de Lula da Silva, Celso Amorim, un hombre conocido por muchas cosas menos por ser un defensor de Maduro. “Lo último que queremos es que Sudamérica se convierta en una zona de guerra. Un conflicto entre EEUU y Venezuela terminaría en una participación global. Sería algo similar a Vietnam”, dijo en una entrevista con el diario británico The Guardian.
Para Amorim la operación estadounidense Lanza del Sur es “un acto de guerra”. Y subrayó: “Conozco Sudamérica… todo nuestro continente existe gracias a la resistencia contra los invasores extranjeros. Un ataque estadounidense reavivaría un sentimiento antinorteamericano en Latinoamérica”.
En las últimas semanas, los tiempos se han acelerado. Al brutal mensaje de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional y su Doctrina Monroe recargada, Trump sumó, este viernes, la ampliación del rango de ataques contra América latina y advirtió que cualquier país de la región puede estar sometido a su violencia. “Eliminamos el 96% de las drogas que llegaban por agua. Ahora estamos empezando por tierra, lo cual es mucho más fácil. Eso va a empezar a suceder. Y no tiene que ser necesariamente en Venezuela”.
¿Qué pasa con Tierra del Fuego?
El presidente de la Cámara de Diputados argentina, Martín Menem, ya está advertido. Esta semana Andrés Dachary, secretario de Malvinas, Antártida e Islas del Atlántico Sur del gobierno fueguino, le requirió convocar de inmediato el Observatorio Parlamentario de Malvinas.
La urgencia del tema lo amerita. “No estamos ante una discusión teórica; estamos frente a hechos consumados”, aseguró Dachary a El Destape. Si el proyecto Sea Lion es exitoso y se logra extraer suficiente petróleo como para que las islas sean autosustentables, la reapertura de las negociaciones y la posterior recuperación del ejercicio pleno de soberanía por parte de Argentina sería una quimera.
“Los intereses económicos se atornillarán aún más a las Islas”, explica el secretario. “Además, existe un riesgo ambiental crítico. Un derrame en esa zona, dada la corriente de Malvinas, impactaría directamente en nuestras costas patagónicas y en la biodiversidad del Atlántico Sur.”
¿Qué es el proyecto Sea Lion?
“Es la materialización del saqueo de nuestros recursos naturales. Técnicamente, es un desarrollo petrolero en la Cuenca Malvinas Norte, que pretende extraer unos 300 millones de barriles de crudo en su primera fase. Es una operación conjunta ilegal (bajo la Ley 26.659) entre: Rockhopper Exploration (una compañía británica que posee los derechos ilegítimos otorgados por el gobierno ocupante) y Navitas Petroleum: una petrolera israelí que entró como socio clave para financiar y operar el proyecto, permitiendo que este avance cuando parecía estancado”, asegura Dachary. “Es fundamental entender que estas empresas operan violando la legislación argentina y las resoluciones de Naciones Unidas que prohíben actos unilaterales en la zona en disputa.”
Venezuela tiene las mayores reservas hidrocarburíferas del mundo. Según la Oil & Gas Journal, posee 303.200 millones de barriles mientras Arabia Saudita tiene 267.200 millones.
¿Hay algún vínculo entre estas dos apropiaciones ilegales: el petróleo en la cercanía de las Islas Malcvinas y la “incautación” del petrolero venezolano?
“Absolutamente”, responde Dachary. “Hay un vínculo doctrinario claro: la extraterritorialidad de la fuerza por sobre el derecho internacional. Es la aplicación de la ley del más fuerte. Las potencias utilizan argumentos legales internos para justificar la apropiación de recursos de naciones soberanas del Sur Global.”
¿Cuál es el riesgo para Argentina?
Para nosotros, esto puede constituir un punto de no retorno. Si se naturaliza que una potencia pueda confiscar bienes o explotar recursos sin consecuencias bajo el amparo de su poderío militar o económico, nuestra posición jurídica sobre los recursos en Malvinas queda expuesta a esa misma lógica de atropello. Argentina ha hecho de su política exterior -y por ende del apego al derecho internacional- el vector excluyente de su estrategia en torno al reclamo soberano.
EEUU acaba de revitalizar la Doctrina Monroe “para asegurarse el acceso a zonas geográficas clave en toda la región.” ¿Considera que Tierra del Fuego está dentro de esa zona donde la Casa Blanca quiere acceso libre?
Definitivamente, la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur se ha consolidado como un área de interés central en la aplicación de una renovada Doctrina Monroe y dentro de esta lógica, Malvinas es el epicentro de ese interés. No es una especulación, es lo que altos mandos del Comando Sur han expresado abiertamente al hablar del litio, del agua dulce y de la importancia logística del sur. Esto se vio reforzado por la promesa de financiamiento de EEUU al gobierno nacional, previo a las elecciones de medio término de octubre pasado. Las expresiones públicas estadounidenses ratificaron la centralidad geopolítica de Argentina y la importancia que tiene para Washington evitar la llegada de la Iniciativa de la Franja y la Ruta y su extensión marítima a estas latitudes.
¿Cuál es la importancia geoestratégica de Tierra del Fuego?
Hay varios puntos clave: 1) es un paso bioceánico natural. El control del Estrecho de Magallanes y el Canal Beagle es vital ante cualquier conflicto global que restrinja el Canal de Panamá (cuya operatividad se ha visto severamente condicionada, en los últimos años, a causa del cambio climático).
2) Es un sostén logístico fundamental para toda operación que se desee brindar en la Antártida. Quien controle Ushuaia y las islas del Atlántico Sur, controlará la proyección logística hacia el Continente Blanco y su área de mayor concentración de bases internacionales. EEUU busca asegurarse que estos puntos estratégicos no estén bajo influencia de competidores extra-hemisféricos (como China), pero con esa excusa, no sólo vulnera nuestra autonomía para decidir nuestros propios socios estratégicos, sino que además consolida la presencia militar de la OTAN en nuestras islas usurpadas.
Telma Luzzani
EL DESTAPE