En una maniobra sin precedentes, China ha desplegado buques rompehielos en aguas del Ártico, marcando un hito en su proyección polar y generando preocupación estratégica en Washington y Ottawa.
La operación incluye al Xue Long 2, el mayor rompehielos construido íntegramente en China, junto con otras cuatro embarcaciones de investigación científica. Las maniobras se desarrollan en las inmediaciones del mar de Chukotka y el mar de Beaufort, ambos adyacentes a Alaska y Rusia, en un área clave para la seguridad y los intereses económicos estadounidenses.
El Xue Long 2, de clase polar 3, zarpó de Shanghái el pasado 5 de julio y ha sido monitoreado activamente por la Guardia Costera de Estados Unidos y las Fuerzas Armadas de Canadá. La presencia del buque en la Plataforma Continental Extendida (ECS) de EE.UU., a apenas 130 millas náuticas al norte de Utqiagvik, Alaska, fue confirmada por las autoridades estadounidenses el 25 de julio, provocando el despliegue de un avión C-130J Hercules en el marco de la Operación Frontier Sentinel.
“El patrullaje y la vigilancia de embarcaciones extranjeras en las proximidades de nuestras aguas son tareas permanentes para proteger la integridad territorial y defender nuestros intereses soberanos frente a actividades estatales malignas”, declaró el contralmirante Bob Little, comandante del Distrito Ártico de la Guardia Costera.
La flotilla china no se limita al Xue Long 2. El 30 de julio fue acompañado por el Shen Hai Yi Hao, un buque especializado en vehículos submarinos no tripulados (ROV y AUV) equipado con el sumergible Jiao Long, capaz de operar a profundidades de hasta 7.000 metros. Le siguió el Ji Di, recientemente incorporado por la Administración Oceánica Estatal de China, que opera en el mar de Bering. Ambos zarparon desde Qingdao con pocos días de diferencia.
El cuarto rompehielos, el Zhongshandaxue Ji Di, navega con bandera de la Universidad Sun Yat-sen tras haber sido adquirido en 2021. Con base en el puerto sureño de Nansha, la nave cruzó el estrecho de Bering y actualmente se encuentra en el Océano Ártico, al oeste de Alaska. Finalmente, el más moderno del grupo, el Tan Suo San Hao, entró en servicio en diciembre de 2024 y está diseñado para misiones científicas durante todo el año en condiciones de hielo espeso. Sin embargo, su aparición previa en la zona económica exclusiva de Filipinas ha despertado sospechas sobre el verdadero alcance de sus actividades.
Detrás del interés chino se encuentra una estrategia a largo plazo: la consolidación de la “Ruta de la Seda Polar”. Esta visión geoestratégica apunta a expandir las rutas comerciales, acceder a nuevos recursos naturales y aumentar la presencia científica y militar de China en zonas clave del Ártico, incluso sin ser un Estado ártico miembro del Consejo Ártico.
La Plataforma Continental Extendida, una franja marítima que se extiende más allá de las 200 millas náuticas desde la costa, otorga derechos exclusivos sobre recursos naturales del lecho marino. Si bien Estados Unidos no ha ratificado la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS), ha trazado su ECS con base en estudios científicos y ejerce un control estricto sobre ella.
La aceleración del deshielo ártico ha abierto un nuevo tablero de juego para la competencia global. La posibilidad de rutas navegables durante todo el año, combinada con reservas energéticas y minerales sin explotar, convierte al Ártico en una región de creciente militarización. Rusia, con su extensa línea costera polar, ya ha reforzado sus capacidades en el norte. Estados Unidos y Canadá intentan responder con más infraestructura y cooperación regional. Ahora, China se suma con un poder blando-científico que en realidad parece tener una dimensión dual: investigación y proyección de poder.
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