Por Héctor Bernardo*. –
Un repaso por la relación histórica de EE.UU. con América Latina, la obsesión de Washington por el petróleo venezolano, el supuesto movimiento de tropas hacia el Mar Caribe y la cadena de declaraciones que presagiaban una acción militar directa contra Venezuela. Opina: Juan Eduardo Romero, diputado del PSUV.
Una combinación de declaraciones de altos funcionarios norteamericanos, medidas tomadas por el presidente Donald Trump y supuestos movimientos de tropas en el Caribe dispararon las alertas en toda la región: ¿La Casa Blanca planeaba invadir Venezuela y derrocar al gobierno bolivariano?
Para comprender por qué no era descabellado llegar a esa hipótesis es oportuno hacer un rápido repaso de la histórica relación de Estados Unidos con la región, ver cómo ha sido el vínculo con el proceso bolivariano, los intereses norteamericanos en Venezuela y las recientes acciones de Washington.
El “Patio trasero”
El 2 de diciembre de 1823, el entonces presidente norteamericano, James Monroe, dio un discurso en el Congreso de su país en el que delineaba la nueva política exterior de Estados Unidos. A esos lineamientos se conoce como “La Doctrina Monroe”. Doctrina que se sintetiza en una frase: “América para los americanos”.
Estados Unidos había decidido que, desde ese día, América Latina y el Caribe eran su zona de influencia directa. Por ese motivo, iban a hacer todo lo que fuera necesario para controlar y administrar a gusto todo lo que pasara desde el sur del Río Bravo hasta la Tierra del Fuego. Para lograr sus objetivos no iba a descartar ningún método.
En un rápido repaso sobre algunas de las intervenciones militares más importantes que Estados unidos desató sobre la región son:
– Entre 1846 Estados Unidos entró en guerra con México. Como resultado de aquel enfrentamiento logró la anexión de California, Texas, Arizona, Nuevo México, Nevada, Utah y parte de Colorado.
– En 1898, intervino en la guerra de independencia de Cuba, invadió la isla
– También en 1898 y durante ese mismo proceso logró la anexión de Puerto Rico, Guam y Filipinas.
– En 1903, intervino militarmente en Panamá para garantizar la separación de Colombia y control del futuro Canal.
– 1912 invadió Nicaragua y la ocupó militarmente hasta 1933.
– 1915 invadió Haití y, con la excusa de estabilizar la situación del país, mantuvo una ocupación hasta 1934.
– 1916 ocupó militarmente República Dominicana y mantuvo el control militar hasta 1924.
– En 1954, invadió Guatemala y derrocó al presidente de Jacobo Árbenz.
– En 1961, mercenarios entrenados y financiados por la CIA intentaron invadir Cuba con un desembarco (fallido) en Playa Girón.
– En 1965 Intervino militarmente en República Dominicana para apoyar el golpe contra el presidente Juan Bosch.
– En 1983, Estados Unidos invadió Granada con la excusa de estabilizar la situación política en ese país.
– En 1989, con el argumento de detener al general Manuel Noriega, quien había sido acusado por un tribunal norteamericano de tráfico de drogas, Estados Unidos invadió Panamá.
A todo ello es necesario sumar el apoyo o promoción de la mayoría – o de todos – los golpes de Estado que se dieron en el Cono Sur durante el Siglo XX. Entre ellos, uno de los que más evidenció la participación norteamericana a través de su Agencia Central de Inteligencia (CIA) fue el golpe contra Salvador Allende en Chile, en 1973.
La complicidad norteamericana con todas las dictaduras que se instalaron en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional impuesta por Estados Unidos también quedó claramente de relieve durante la Operación Cóndor.
La obsesión por Venezuela
Desde que Hugo Chávez llegó al gobierno en 1999, Estados Unidos ha trabajado de manera constante por desestabilizar al proceso bolivariano y forzar un cambio de régimen (poner uno más afín a sus intereses).
Momentos clave en esa política injerencista contra Venezuela fueron el golpe de Estado de abril de 2002 (que duró solo 48hs), el golpe petrolero de 2002-2003, las guarimbas de 2014 y 2017 (que dejaron más de 200 personas muertas); el decreto firmado por el entonces presidente Barack Obama en 2015, en el que declaró a Venezuela “una amenaza inusual y extraordinaria con la seguridad de los Estados Unidos”, en el intento de magnicidio contra el presidente Nicolás Maduro en 2018; mientras que en 2019, durante su primer gobierno, Donald Trump emitió una serie de órdenes ejecutivas entre las que se encontraban las que prohibían a las empresas estadounidenses comprar petróleo venezolano e imponía sanciones a empresas que no fueron de Estados Unidos y comerciaran con el Estado venezolano, hicieron caer – según denuncian las autoridades del gobierno bolivariano – el ingreso del país de 55.000 millones de dólares a solo 500 millones de dólares, lo que afectó todo el desarrollo económico.
En mayo de 2020 el gobierno venezolano frustró la denominada operación Gedeón, cuando un grupo de mercenarios encabezados por un grupo de ex “boinas verdes” (miembros de las fuerzas especiales de las fuerzas de Estados Unidos), que buscaban asesinar al presidente Nicolás Maduro y a otros altos funcionarios.
Los atentados y sabotajes contras las estaciones generadoras de energías realizadas por mercenarios o grupos vinculados a la extrema derecha financiada por Estados Unidos se han dado en 2006, 2009, 2012, 2021 y 2022.
Algunos analistas aseguran que hay elementos suficientes para sumar a esta lista la propia muerte del líder bolivariano Hugo Chávez, quien murió en marzo de 2013 víctima de un cáncer que, según aseguran, habría sido inducido.
La utilización de fundaciones y Organizaciones no Gubernamentales (ONG) financiadas por la Fundación Nacional para la Democracia (NED) y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) para canalizar dinero para acciones de desestabilización y figuras del golpismo ha sido una constante.
Sed de Petróleo
El mayor consumidor de petróleo del mundo es Estados Unidos, que consume 19 millones de barriles diarios (fuente: OilPrice.com).
El país con las mayores reservas de petróleo comprobadas es Venezuela, con 303.800 millones de barriles, muy por arriba de Arabia Saudita y de Irán (fuente: Bloomberg Linea).
Un dato obvio, por una cuestión de distancia, es que el traslado del petróleo venezolano hasta las refinerías de Estados Unidos en barco representa un trayecto mucho más corto – y por lo tanto mucho más económico – que el traslado desde los países árabes.
Especialistas han explicado que una parte importante de las refinerías norteamericanas desarrollaron su tecnología para trabajar con petróleo venezolano, cuyas características no son las mismas que las del petróleo extraído desde otros lugares del mundo, por lo cual deberían hacer una gran inversión para modificar su tecnología si decidieran trabajar otro petróleo.
Todo ello – entre otros elementos que no se detallan aquí – convierte a Venezuela una pieza calve para los intereses geopolíticos de Estados Unidos.
De los dichos a los hechos
Ese complejo contexto de la histórica relación de Estados Unidos con América Latina y el Caribe, los particulares intereses norteamericanos en Venezuela y la actual coyuntura geopolítica se dio la cadena de declaraciones que iniciaron el 7 de agosto pasado, cuando la fiscal general de Estados Unidos, Pamela (“Pam”) Bondi, comunicó que “el Departamento de Justicia y el Departamento de Estado anunciaron una recompensa histórica de 50 millones de dólares por información que conduzca al arresto de Nicolás Maduro”, a quien acusó de ser el mayor narcotraficante del mundo, liderar el “Cártel de los Soles” y tener vínculos con “El tren de Aragua” y “El Cártel de Sinaloa”.
Al día siguiente, el 8 de agosto, según informó The New York Times, el presidente norteamericano Donald Trump, firmó una orden ejecutiva para que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos combatan a los cárteles de droga más, incluso, en territorio de otros países.
Tras varias declaraciones muy altisonantes del secretario de Estado, Marco Rubio, de la vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, de la fiscal Bondi y de algunos legisladores, el 14 de agosto los medios comenzaron a difundir la información de que Washington enviaba 4 mil marines, tres barcos de guerra y un submarino nuclear al Mar Caribe articulados por el Comando Sur, para combatir a los grupos del narcotráfico.
El encadenamiento de las situaciones hizo sonar las alarmas en toda la región. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el presidente de Colombia, Gustavo Petro rechazaron rápidamente cualquier tipo de acción militar contra Venezuela, los países integrantes del ALBA-TCP, denunciaron las acciones norteamericanas y llamaron a reforzar la declaración de 2014 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que declara a América Latina y el Caribe como zona de paz.
En Caracas el pueblo se manifestó en defensa de su soberanía, de su gobierno y de la paz. También declararon su apoyo al mandatario las Fuerzas Armadas Bolivarianas y los miembros de la Asamblea Nacional. El presidente Maduro llamó a formar milicias obreras y campesinas en defensa de la soberanía de su país.
Sin embargo, poco después trascendió la noticia de que Estados Unidos suspendía la supuesta acción contra los cárteles de droga en el Caribe por el comportamiento del huracán Erin y por la falta de mantenimiento de las unidades (fuente: FuserNews).
En declaraciones a PIA- Global, Juan Eduardo Romero, diputado nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), aseguró: “existió una matriz informativa sobre la supuesta presencia de buques de guerra norteamericanos cerca de las costas venezolanas, pero ello es absolutamente falso. De los tres buques que se anunciaron llegarían al Mar Caribe, uno está en reparación en Virginia, otro está detenido en el Golfo de México y el tercero se encuentra en el océano Pacífico”.
“Todo parece tratarse de una operación de guerra cognitiva. El intento de procurar que factores dentro de las Fuerzas Armadas o de la sociedad venezolana intenten alguna jugada que produzca el cambio de régimen”, señaló.
Romero señaló que activaron todos los mecanismos de defensa: el reforzamiento de la seguridad, el desplazamiento territorial, la movilización popular y las milicias populares y citó al libertador Simón Bolívar y aseguró que “pueblos libres vencen a imperios poderosos”.
Héctor Bernardo* Periodista, escritor y profesor de Introducción al Pensamiento Social y Político Contemporáneo – Facultad de Periodismo y Comunicación Social – UNLP. Miembro del equipo de PIA Global
Foto de portada: aler.org/
PIA GLOBAL.