23 Dec
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El presidente Trump reveló planes para construir dos buques de guerra de la “Flota Dorada”, amenazando directamente a Venezuela y Colombia con el poder de la armada estadounidense.

El presidente de Estados Unidos, Donald John Trump, anunció este lunes la construcción de dos nuevos buques de guerra, en un acto realizado en Palm Beach, Florida, junto a altos mandos militares. El inquilino de la Casa Blanca aseguró que se trata de los navíos más grandes y poderosos jamás construidos, que inaugurarán la llamada “Flota Dorada”, un ambicioso proyecto destinado a renovar la Armada estadounidense.

Trump, fiel a su estilo grandilocuente, afirmó que los acorazados pertenecerán a una nueva clase bautizada con su propio apellido y que serán “100 veces más potentes” que cualquier buque anterior. 

El primero llevará el nombre de USS Defiant y, según el presidente, la construcción comenzará “casi inmediatamente” con un plazo estimado de dos años y medio. El plan contempla expandir la flota hasta alcanzar entre 20 y 25 unidades.

El mandatario justificó la iniciativa en la necesidad de reemplazar barcos “viejos, desgastados y obsoletos”, insistiendo en que Estados Unidos requiere “con urgencia” nuevas unidades para mantener su supremacía naval a nivel mundial. 

La amenaza de la «paz a través de la fuerza»

Bajo el lema de “paz a través de la fuerza”, Trump aseguró que los navíos no están dirigidos contra un país específico, aunque reconoció que representan una respuesta “a todo el mundo”.

Sin embargo, el anuncio no se limitó a cuestiones técnicas o industriales. El mandamás de Washington aprovechó la ocasión para lanzar amenazas directas contra Venezuela y Colombia. En medio de las tensiones, actos de piratería, genocidio, ejecuciones extrajudiciales y otros delitos que con impunidad ha ejecutado Estados Unidos, Trump, insistió en que sus acciones podrían continuar en “tierra”, esto escudándose en su presunta lucha contra las drogas. 

Aunque últimamente dejó en claro que la búsqueda del “tiburón” en el Caribe tiene un interés energético, Trump volvió con su actitud corsaria contra Caracas y se dirigió al presidente venezolano, Nicolás Maduro, en tono de amenaza insistiendo que renuncie a su cargo y entregue los recursos que Washington reclama. 

En paralelo, Trump arremetió contra el presidente de Colombia, Gustavo Petro, acusándolo de participar en el narcotráfico internacional y de ser “un mal tipo”. 
Sin evidencia alguna, aseguró que existen “por lo menos tres fábricas de cocaína” en el país suramericano y exigió su cierre inmediato. Estas declaraciones, cargadas de agresividad, profundizan las fricciones con Bogotá y reflejan la estrategia estadounidense de presión sobre gobiernos que no se alinean con sus intereses.

La operación militar estadounidense ya ha tenido consecuencias fatales. Más de 100 personas han muerto en bombardeos contra pequeñas embarcaciones en aguas del Caribe y el Pacífico, sin que Washington haya demostrado vínculos de estas con actividades ilícitas. 
Para Venezuela, se trata de actos de piratería y agresión que buscan justificar la incautación de buques petroleros y el saqueo de recursos energéticos.

El proyecto de la “Flota Dorada” se presenta como un intento de reactivar la industria naval nacional y reforzar la hegemonía militar de Estados Unidos. No obstante, sus implicaciones geopolíticas son evidentes: más allá de la retórica de “paz a través de la fuerza”, el despliegue naval y las amenazas contra países latinoamericanos revelan una política de intimidación y control contra la región.

En este escenario, América enfrenta el desafío de responder a una estrategia que combina presión económica, incautación de recursos y demostraciones de fuerza militar con acciones de baja moralidad.


TeleSUR 



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