28 Nov
28Nov

Rahmanullah Lakanwal, exaliado de EE.UU., ataca cerca de la Casa Blanca, revelando el ciclo de violencia creado por las intervenciones estadounidenses en el mundo.

Por: Xavier Villar

Hay casos que exponen las vergüenzas de una superpotencia con la brutalidad de un latigazo. El de Rahmanullah Lakanwal, el afgano que abrió fuego contra dos miembros de la Guardia Nacional a metros de la Casa Blanca es uno de ellos. No es solo un atacante. No es solo un “sospechoso”.
Es un producto directo del aparato de seguridad estadounidense. Y ese hecho desnuda una responsabilidad que Washington intenta esconder a toda costa.

Porque aquí no hablamos de un radical aislado, ni de un infiltrado de último minuto. Hablamos de un hombre que trabajó con la CIA, que colaboró con programas de inteligencia de Estados Unidos, y que fue admitido en el país precisamente por esa colaboración. Fue considerado “aliado”, “activo útil”, “socio en el terreno”. El mismo tipo de figura que el Gobierno estadounidense lleva décadas reclutando como piezas desechables en sus guerras a medias.

Y ahora ese mismo hombre ha regresado a la capital del imperio a recordarle a quienes lo formaron que los fantasmas de la intervención no desaparecen: regresan armados.

La hipocresía oficial: fabricar combatientes y luego hacerse el sorprendido

Si algo deja claro el caso Lakanwal es la enésima demostración del cinismo estructural de Washington.Primero recluta, entrena, arma, financia y utiliza a fuerzas locales en escenarios de guerra, Afganistán, Irak, Siria, da igual el mapa.Luego, cuando esas mismas personas actúan fuera del guion que EE.UU. diseñó para ellas, fingen indignación, como si no supieran de dónde salió esa violencia.
Es el mismo patrón que durante décadas ha perseguido al Gobierno estadounidense como una sombra que no se quiere nombrar.

Pero esta vez la sombra tiene nombre, apellido, rostro, antecedentes documentados… y dos cuerpos uniformados heridos a dos pasos de la Casa Blanca.

El caso Lakanwal revienta la narrativa de “defensores del orden”

Lakanwal no es solo un agresor:es la prueba viviente de un sistema que crea, utiliza y abandona operadores locales sin prever jamás las consecuencias.
Este no es un accidente imprevisto.No es un “fallo aislado”.

Es el resultado lógico de una política exterior que lleva décadas sembrando inestabilidad y creyendo que jamás le tocará cosecharla.

Resulta grotesco ver a portavoces gubernamentales hablar del hecho como si la radicalización de un excolaborador de su propia inteligencia fuese “inexplicable”. Lo inexplicable es que la nación que más ha impulsado guerras encubiertas, operaciones clandestinas y manipulación de milicias aliadas siga creyendo que puede librarse de sus consecuencias con simples comunicados.
Del Frankenstein afgano al espejo que estalla en Washington

Los paralelos históricos son tan evidentes que escuecen.Los muyahidines financiados por EE.UU. en los 80.El auge de Al Qaeda en un ecosistema que Washington ayudó a fortalecer.El ascenso de grupos que luego serían etiquetados como “enemigos eternos”, pese a haber sido parte de alianzas tácticas previas.
Hoy, Rahmanullah Lakanwal es la versión actualizada de ese mismo fenómeno.

Un hombre que creció operativamente bajo la sombra de la inteligencia norteamericana y que ahora dispara sobre la misma fuerza militar del país que lo privilegió.

Un monstruo que no se creó deliberadamente…pero sí se alimentó, se protegió, se integró y finalmente se importó.

El golpe final: la realidad que Estados Unidos nunca quiere mirar
Tarde o temprano, toda potencia que juega a manipular guerras ajenas descubre que la violencia no reconoce fronteras, ni lealtades impuestas, ni contratos temporales.

Estados Unidos pretendió moldear a estos hombres como herramientas, no como seres humanos complejos, con historias, traumas, y consecuencias imprevisibles.
Ahora, cuando uno de ellos devuelve el golpe, los responsables corren a esconder el rastro.
Pero la verdad queda en el aire:

Rahmanullah Lakanwal no llegó a Washington para atacar a Estados Unidos.Llegó para recordarle lo que Estados Unidos ayudó a crear.

Y mientras esa lección siga siendo ignorada, habrá más nombres, más sombras, más explosiones de pasado que regresan para hacer añicos el presente.


HispanTV

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