Telma Luzzani
23 Nov
23Nov

Las protestas atribuidas a la Generación Z no son un estallido espontáneo: detrás operan la derecha mexicana, viejas élites desplazadas por la 4T, medios concentrados y actores estadounidenses que buscan frenar un proyecto que elevó salarios, amplió derechos y mantiene niveles históricos de apoyo. Mientras Sheinbaum profundiza la transformación iniciada por AMLO, crece la reacción de quienes ven amenazados sus privilegios.

Cumplido su primer año de gobierno, Morena y la coalición “Sigamos haciendo historia” fueron sacudidas por protestas organizadas, supuestamente, por el colectivo de jóvenes Generación Z. ¿Por qué ahora? Si la presidenta Claudia Sheinbaum mantiene un alto índice de popularidad y un fuerte respaldo de la mayoría del pueblo mexicano, ¿a quiénes incomoda?

“Lo que más le molesta a la oposición (de adentro y de afuera) es que el gobierno de Sheinbaum ha logrado fortalecer un proyecto que derriba el mito neoliberal de los últimos 30 años”, aseguró a El Destape la analista y comunicadora mexicana, Alina Duarte.

Empoderado por los votos y la ciudadanía, el actual gobierno ha encarado medidas revolucionarias como democratizar al todopoderoso Poder Judicial y realizar cambios sociales y culturales sin precedentes. El gran proyecto de Morena, la llamada Cuarta Transformación (4T), tiene como principales objetivos acabar con los abusos de los privilegiados; alentar el antineoliberalismo; propiciar el bienestar social –su lema es “Para el bien de todos primeros los pobres”- y defender la soberanía nacional.
Pero claro, esto no es gratis.

La primera protesta, el 15 de noviembre, tuvo como disparador el asesinato del joven alcalde de Uruapan, Carlos Manzo. Hubo reclamos por la inseguridad, la corrupción y se pidió la destitución de Sheinbaum. Un grupo de jóvenes encapuchados irrumpió con violencia, lo que dejó un saldo de más de 120 heridos, varios de ellos policías. En la segunda convocatoria, el jueves 20, Día de la Revolución Mexicana, la asistencia a la marcha fue paupérrima.

La sospecha de que estas movilizaciones tienen un trasfondo desestabilizador y que por detrás hay un aparato mucho mayor que el de la Generación Z ha crecido. Duarte da algunos datos para entender ese contexto.

"Se supone que la Generación Z es un colectivo joven que está contra los lujos y los excesos de una casta política. Pero eso no logra tener sentido en un país donde el gobierno no sólo tiene una amplia aprobación, sino que además ha destinado bastantes recursos a programas sociales para los jóvenes y a visibilizar cómo se les había despojado, durante varias generaciones, de sus derechos.”

-¿Quiénes estarían detrás de esto?

-El asesinato de alcalde Carlos Manzo fue fructífero para las derechas más allá de si originalmente, pesaron o no, darle un rostro joven a la marcha. Quedaron visibilizados varios actores. Primero, la derecha mexicana en su versión más electoral: el Partido Revolucionario Institucional (PRI); el Partido Acción Nacional (PAN). Sus líderes históricos, sus dirigentes y sus legisladores estuvieron llamando a la movilización. También estuvieron allí los jóvenes que se decían apartidistas pero que recientemente firmaron contratos con el PAN y ahora se dicen “perseguidos por el régimen obradorista”. Segundo, los medios de comunicación, especialmente una figura clave, Ricardo Salinas Pliego, presidente de TV Azteca. Salinas se puso al frente de la convocatoria, llamó a movilizar, hizo transmisiones de horas y horas y realizó una cobertura como si se tratara de una revolución o una insurrección juvenil, algo que realmente no está ocurriendo. También Estados Unidos fue un actor. El canciller, Marco Rubio, estuvo interviniendo persistente y constantemente. Además, entre los convocantes hubo organizaciones financiadas por EEUU desde hace décadas a través de la USAID, de la NED Foundation o de la embajada.

-¿Por qué ahora?
-Porque desde que perdieron las elecciones en 2018, hace siete años, no han logrado construir ni una derecha fuerte ni un proyecto alterno que lograra mermar la fortaleza de la Cuarta Transformación (4T) motorizada por Andrés Manuel López Obrador (AMLO). El desgaste natural que debería tener Sheinbaum con un proyecto que transita su segundo período no ocurrió. AMLO sale con un 60% de aprobación y hoy Claudia tiene más del 70%. Tanto las derechas electorales como las oligarquías antinacionales que son más cercanas a los intereses estadounidenses atraviesan una frustración clara. Por otro lado, EEUU, en decadencia hegemónica, apoya cualquier intentona golpista en México.

- ¿Qué es lo que más incomoda de Sheinbaum?

- Lo que más molesta es que ha logrado fortalecer un proyecto que derriba el mito neoliberal de los últimos 30 años. Aumentar los salarios mínimos (lo empezó AMLO) derrumba el mito de que eso iba a generar inflación. Abrir más programas sociales en términos de educación derriba el mito meritocrático de que sólo algunos pueden acceder al estudio, a la universidad. Mejorar las condiciones laborales acaba con el mito de que se tenía que prolongar la jornada laborar y reducir el salario mínimo. No creo que la embestida sea contra Claudia como persona o como mujer. Es porque ella representa un proyecto de izquierda, de continuidad con lo implementado por AMLO; es porque está reduciendo la pobreza, las desigualdades y está aumentando los programas en educación, salud, vivienda; es porque está restaurando el bienestar social y porque están cayendo los negocios de unos cuantos en medicina y en las universidades privadas. Esa democratización obviamente afecta el proyecto neoliberal de concentración de capitales y de despojo.

- ¿Qué reacciones hubo después de las protestas?
 - Hubo varias. La presidenta, a través de la mañaneras (conferencias de prensa diarias), informó quiénes estaban detrás de las manifestaciones. Es un ejercicio pedagógico para poner los acentos donde corresponden. En cuanto a la respuesta popular, quedó claro que para la ciudadanía no se trató de una demanda legítima de los jóvenes quienes, por otra parte, votaron en su inmensa mayoría por Morena y por la 4T. Obviamente los medios de comunicación visibilizaron una narrativa de presunta represión y estigmatización. Pero, en realidad, el gobierno nunca descalificó la legitimidad de las protestas en México. Se puede protestar, pero no con intenciones de desestabilización. 

-Entonces, ¿hay un plan detrás de estas movilizaciones?

- Sí. Creo que hay un plan orquestado por las derechas que están desesperadas por no poder mermar este proyecto de masas en México. Te doy un ejemplo: hoy se le está cobrando impuestos al presidente de TV Azteca. El se ha negado a pagarlos durante décadas, pero como en México se implementó una reforma del Poder Judicial va a tener que pagar 60 millones de pesos al erario público. ¡Claro que esto molesta! ¡Claro que a EEUU le interesa que haya un proceso de desestabilización, o de persecución o de asfixia económica, mediática e ideológica como intentan hacer en Venezuela! ¿Esto significa que el gobierno de la 4T tenga que bajar la guardia o tenga que asumir que no va a haber un nuevo intento de desestabilización? No. Pero creo que el gobierno está preparado y que la respuesta se va a dar en varios frentes.




Telma Luzzani


EL DESTAPE

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.