21 Dec
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En medio de la recesión económica que afecta a Argentina y la creciente desigualdad derivada de las políticas de ajuste implementadas por el gobierno de Javier Milei, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) denunció un aumento alarmante en los precios de los alimentos. Según un informe de la CAME, los precios de los agroalimentos se multiplicaron 3,6 veces entre el campo y la góndola durante noviembre. Este incremento ha acentuado las dificultades para los consumidores, quienes, debido a la alta inflación y la devaluación del peso, enfrentan una creciente pérdida del poder adquisitivo.

El informe de CAME detalla que, mientras el productor agropecuario recibió en promedio $1 por cada $3,6 que pagó el consumidor en noviembre, la participación del productor en el precio final de los alimentos se redujo drásticamente a tan solo el 23,7%, lo que representa una caída de 6,7% en comparación con el mes anterior. Esta tendencia es preocupante, ya que implica que los productores están resignando rentabilidad para poder seguir operando, mientras que el consumidor sigue sin aceptar los altos precios de los productos.

La situación se ha visto reflejada en la canasta básica de alimentos, donde los precios han aumentado considerablemente. Las frutas y hortalizas, por ejemplo, tuvieron un aumento del 13,7% en sus precios durante noviembre, con una multiplicación de hasta 5,8 veces de lo que recibe el productor en comparación con lo que paga el consumidor. Entre los productos más afectados se encuentran la naranja, la cebolla, la manzana roja, la lechuga y la zanahoria, cuyos precios se incrementaron entre 6 y 7 veces desde el productor hasta la góndola. Esta disparidad en los precios se debe a una compleja cadena de distribución que, según CAME, no beneficia a los productores sino que solo incrementa los márgenes de intermediarios.

En cuanto a los productos de origen animal, como la leche, los huevos y el pollo, también se registraron aumentos significativos. Sin embargo, los aumentos fueron algo menores en comparación con los productos frutales y hortícolas. El pollo, por ejemplo, presentó la menor brecha de precio, con un aumento del 6,2% en el precio al productor, pero una disminución del 2,1% en el precio en góndola. No obstante, el impacto en el poder adquisitivo de los argentinos es claro: a pesar de que los precios en algunos casos se moderan, la inflación general y la devaluación del peso siguen erosionando el salario de los trabajadores.

La inflación, que ha sido impulsada por las políticas económicas del presidente Milei, ha tenido un impacto directo en los consumidores. A medida que el valor del peso se deprecia y la moneda nacional pierde poder de compra, los salarios no se ajustan de manera proporcional, lo que provoca una caída significativa en el poder adquisitivo de la población. En este contexto, los aumentos de los precios de los alimentos agravan aún más la situación de los hogares, que se ven obligados a destinar una mayor proporción de sus ingresos a la compra de alimentos básicos.

Las políticas de ajuste fiscal impulsadas por el gobierno de Javier Milei, que incluyen recortes en el gasto público y medidas de austeridad, no han logrado frenar el aumento de los precios ni estabilizar la economía. A pesar de los esfuerzos por reducir el déficit fiscal, el país sigue enfrentando altos niveles de inflación y una creciente desigualdad, que afecta especialmente a las clases medias y bajas. El informe de CAME es solo un reflejo de la realidad económica que atraviesa Argentina, donde los precios de los alimentos siguen siendo uno de los principales factores que afectan el bienestar de la población.

En este escenario, la situación de los consumidores es cada vez más crítica. Con una economía en recesión, un aumento desmedido de los precios agroalimentarios y una devaluación continua del peso, los argentinos enfrentan una creciente dificultad para llegar a fin de mes. La falta de poder adquisitivo se suma a la incertidumbre política y económica, lo que deja en evidencia las falencias de las reformas impulsadas por el gobierno de Milei y su incapacidad para controlar la inflación de manera efectiva.

En conclusión, la escalada de los precios agroalimentarios y la caída del poder adquisitivo de la población reflejan las dificultades económicas que atraviesa Argentina. Las políticas de ajuste implementadas por el gobierno no han sido suficientes para frenar la inflación ni para mejorar la situación de los consumidores, quienes siguen pagando precios exorbitantes por los alimentos. Con la devaluación del peso y la crisis económica en curso, la población se enfrenta a un panorama cada vez más difícil, mientras el gobierno sigue buscando soluciones que hasta ahora han resultado insuficientes.





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